3. La vida que no podía ser vivida: Despertar otro día más sin otra cosa que hacer que respirar y llorar. Y verte a ti sonreír creyendo saber lo que es mejor para mí: El acto más egoísta que hiciste jamás. Despertar a la pesadilla de una existencia absurdamente alargada, cruelmente mantenida, en esta cárcel que es mi cuerpo que aún no ha muerto para que sobrevivan las hipócritas conciencias. Desde aquel día la vida solo ha sido muerte para mí. Y la muerte el único motivo por el que luchar. Esta tristeza nadie la puede oír, estos ruegos nadie los puede escuchar y quedan en mi cabeza chocando contra los barrotes, sangrándome por dentro. Quiero gritar pero no tengo boca. Quiero poner tantas palabras a estas lágrimas. Quiero que sepan a algo más que a mar y a desilusión. Quiero que os ahoguéis en ellas para ver si así os dais cuenta de a qué realmente saben, a qué sabe el mar. Porque ninguno sabéis ni por donde caen pues no son mis ojos. Lloro pero no tengo ojos, porque soy pero no tengo cuerpo. Duermo y no tengo sueño. Sueño que soy mi dueño. Ser en cualquier otro lugar...